PUZZLE
Habían puesto a Rembrandt de pie, aguantando con las manos
un autorretrato más bien grasoso por el tono de los
colores. Lo mostraba sosteniéndolo con un pulgar sucio, y con una camaradería que no era muy digna de admirar, tampoco. La otra mano tenía un dedo sobre su barbilla, como si estuviera pensando en porque siempre pagaba por
adelantado. El rostro lo tenía lleno de disgusto por la
vida y de los ojos mejor no hablemos. Pero tenía una dura alegría que se mostraba como diamantes, brillantes
como gotas de rocío, que se escondían en lo más profundo de su corazón.
Èlia Barnola
Èlia Barnola
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada